CONSEJERÍA BÍBLICA

Objetivo

1. Para empezar, no juzgues, ni sesgues. Cuando una persona te esté hablando de algún problema o una situación, escucha. Nada de juzgar, y mucho menos a la cara. Y tampoco nos dejemos llevar por nuestras opiniones sobre el tema. Resumiendo, no juzgues. Evalúa.

2. Sé honesto. Pongamos que siempre tenemos las mejores intenciones si queremos dar un buen consejo. Pero, a veces, hay que admitir que no sabemos nada sobre el tema y no tenemos tiempo para investigar sobre él. Sé humilde y no vayas de “sobrado”.

3. Espera al mejor momento para dar el consejo. Es casi un impulso incontrolable el que nos salga nuestra vena de mamá regañona, y tal y como la persona empiece a hablar, ya estemos: “Pues deberías hacer esto, deberías hacer lo otro…”. Quizás todavía no ha llegado el momento de decir nada. Deja primero que la otra persona se exprese. Recopila toda la información que puedas y cuando ya lo hayas hecho, entonces puedes empezar a aconsejar.

4. Y última actitud: no impongas. A no ser que estéis en un cuartel y seas un oficial superior, un consejo no es una orden. En ningún momento estás obligado a darlo.

5. Y, por supuesto, en ningún momento están obligados a seguirlos. Sé asertivo. La última decisión siempre será de la otra persona. Bien, a estas alturas presupongo que tienes buena actitud comunicativa. Imagínense que ha llegado un amigo para hablarles de una situación personal comprometida. Seguramente nos pregunte nuestra opinión sobre el tema. ¿Cómo ser más efectivo en esta situación? Vayamos paso por paso.

6. Haz un seguimiento. Preocúpate por cómo le ha ido. Cuando pase un tiempo, pregúntale por el suceso y veamos si realmente consiguió una solución.

7. Y listo, ya has podido hacer todo lo que podías por esa persona. El resto dependerá de ella. Ser consejero pude ser algo muy gratificante. Sobre todo, cuando las cosas salen bien, pero aprende a dosificar bien tu información. Recuerda, con un consejo compartes experiencia. No es obligatorio darlo, ni tampoco recibirlo. Tú decides al final quién merece tu experiencia y quién no.

8. Y si me permites esta pequeña intromisión, mi consejo ahora es que compartáis este diplomado con todos vuestros amigos. Nunca sabrás a quién podrás estar ayudando con ese gesto y ¿Quién sabe? Quizás consigas crear algo así como un consejo de sabios entre vosotros.

Participantes

¿Qué conocimientos, cualidades, capacidades y actitudes debería tener un buen consejero o consejera? Pues dependerá del tipo de consejo de administración del que vaya a formar parte. Antes de seguir, permíteme hacer una aclaración: todo lo que escribo a continuación hace referencia tanto a consejeros como a consejeras, aunque a veces se use el masculino genérico. Dicho esto, sigamos desglosando la formación deseable para ser un buen consejero.

Con la expresión “consejería bíblica” me refiero a aquella que tiene como fundamento las Sagradas Escrituras. Con esto quiero decir que la Biblia es la que define las motivaciones, los objetivos y las estrategias de la consejería. Son las Escrituras las que nos dan el fundamento teórico para la práctica de aconsejar.

Con esto me refiero no solamente a la parte espiritual sino todas las partes del ser humano porque somos seres integrales. A veces creemos que como cristianos podemos aconsejar sólo en el campo de las cosas espirituales, pero según la Escritura todas las cosas son espirituales, todas están interrelacionadas. Un problema de ira es espiritual, un problema matrimonial es espiritual, etc. La Biblia es suficiente para cambiar vidas, no solo los problemas “espirituales” (Salmo 119).

El consejero bíblico

Hoy en día existe la idea generalizada de que los únicos que pueden dar la consejería son los psicólogos, psiquiatras, orientadores u otros profesionales de las ciencias sociales. Pero la Biblia dice otra cosa, ella afirma que la consejería no es exclusiva para los expertos o profesionales. La consejería no es una ciencia es una cuestión espiritual.

La Biblia dice que la consejería puede ser dada por parte de toda la iglesia (Ro 15:1, 14; Ga 6:1-2; Col 3:16; 1 Tesalonicenses 4:18; 5:11; hebreos 3:13; Santiago 5:16). Adams, lo expresa de la siguiente manera: “Dios llama a cada aconsejar a otros en algún punto, algún tiempo, sobre algo.” Con respecto a Gálatas 6:1, Adams continúa diciendo: “La orden es clara: todos tenemos que restaurar a cualquier hermano o hermana a quién Dios haya colocado providencialmente en nuestro camino cada día”

La Consejería Bíblica es parte del discipulado cristiano que Dios nos llama a hacer en la Gran Comisión (Mt 28:19-20) como parte de la missio dei, este nos dice que debemos hacer “discípulos” en todas las naciones. Y parte del discipulado cristiano es ayudar a los creyentes a que se conduzcan según la Palabra de Dios, y una forma de hacer esto es mediante la consejería bíblica. Así, que, si el mandato de la Gran Comisión es para todos los creyentes, la consejería también es un mandato para todos los creyentes.

Todo buen consejero debe tener capacidad de análisis y de síntesis, ser riguroso y objetivo, saber diagnosticar y estructurar problemas, saber escuchar, ser capaz de desenvolverse en entornos cambiantes y saber trabajar en equipo. Saber escuchar y tener habilidades comunicativas sin duda también le resultará de gran ayuda para desarrollar sus funciones. Aunque quizá la principal capacidad que debería tener todo consejero sería el autoconocimiento, pues eso le permitirá identificar sesgos que pueden influir en la toma de decisiones.

Metodología

Educación a distancia en modalidad virtual
Intensidad horaria: 120 horas
Duración: 3 semanas

Temario

Introducción a la Consejería

  1. El consejo efectivo
  2. El matrimoniales y relaciones maritales

Acuerdo Erróneo de la Mente

  1. Terapia de sanidad interior
  2. Perdonándome a mí mismo

La Lucha Interior

  1. Manejo de la transferencia

PPCV

  1. Proyecto personal cristiano de vida

Educación informal – No conduce a título o certificado de aptitud ocupacional – Decreto 1075 de 2015 (artículo 2.6.6.8).

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